
Catorce años han transcurrido desde el debut cinematográfico como director de Jonás Trueba en aquella ya lejana «Todas las canciones hablan de mí» y catorce son también los años que Ale y Álex, la pareja protagonista de la octava película del madrileño, llevan juntos como relación antes de anunciar su separación. Es curiosa -y seguramente no sea casual- esta analogía porque «Volveréis» mezcla cine y realidad con más astucia que nunca, con el (des)amor como hilo conductor y la esperanza en un futuro más ilusionante, como carril aspiracional al que avanzar.
Lo cierto es que «Volveréis» sabe a paso adelante dentro de la prometedora trayectoria de Jonás Trueba y no solo por lo redonda -que no circular- de la propuesta, sino también por los pasos que está dando en cuanto a su repercusión mediática. Ha sido la única película española presente este año en el Festival de Cannes, dentro de la Quincena de Realizadores, donde resultó ganadora -al igual que sucedió en 2023 con la también estupenda «Creatura» de Elena Martín Gimeno- como mejor película europea y las estupendas críticas cosechadas, así como su exitoso desembarco francés, pronostican que posiblemente sea la película que por fin coloque a Jonás Trueba definitivamente en el radar de los premios de cine nacionales y -¿por qué no?- tal vez internacionales.
Sin embargo, aunque esto sea prácticamente un hecho, no parece el objetivo principal de Jonás, quien hace en «Volveréis» el reverso de lo que hace poco veríamos realizar a Shyamalan en «La trampa». Si aquella película tenía su principal razón de ser como una forma de promocionar a la hija del director indio en su faceta como cantante, ésta hace lo contrario: supone un homenaje cargado de admiración y de amor hacia el padre de su director: Fernando Trueba.
La película nos presenta al afamado director de un modo distinto al que podríamos conocerle: desde el prisma (y el cariño) de su propio hijo. Aquí se nos muestra -en una interpretación natural y divertidísima que, ojo, bien merecería un Goya como actor revelación– a Fernando como un hombre tan extravagante como inteligente, cultísimo, protector, entrañable y francamente gracioso. Hay un plano que se recrea en ese rostro paterno y en el que existe más amor que en centenares de películas. Es imposible no emocionarse en ese momento siendo conscientes del homenaje que se está produciendo ante los ojos de los espectadores.
Para realizar esta oda paternal, el guion juega con una anécdota personal familiar de los Trueba, una alocada idea que Fernando comentó en varias ocasiones -y de la que asegura no acordarse- y que sirve como excusa argumental para la creación de esta película -y, a su vez, de la propia película que realizan los personajes de la cinta: la misma que estamos viendo, que comentan ellos mismos cuando el equipo se reúne para verla, y que Itsaso menciona como una posibilidad en la primera secuencia de la obra-: que tiene más sentido celebrar una ruptura con una gran fiesta que la unión entre dos personas.
«Volveréis» se vertebra en esa decisión de realizar una celebración de la ruptura entre Ale y Álex tras catorce años de relación y en el modo de comunicar ambas noticias a todo su entorno, algo que puede parecer reiterativo -como la propia película indica- pero que resulta muy interesante porque muestra como la reacción de cada persona puede ser totalmente contraria en función de su personalidad, su vínculo con la pareja y sus propias vivencias previas. A título personal me recordó a las reacciones que se suscitan en las decenas de ocasiones en que una persona homosexual -como es mi caso- se ve obligada a «salir del armario» en ámbitos personales y/o profesionales para poder actuar y hablar con normalidad de su vida, al igual que el resto de sus interlocutores. Ni la forma de comunicar es la misma con unas y otras personas, ni sus reacciones tampoco son jamás idénticas.

Además del homenaje paterno por parte de Jonás, en «Volveréis» no faltan el resto de sus amores: su pareja Itsaso Arana, actriz protagonista y coguionista de la cinta, sus amigos y compañeros de Los Ilusos Films, como Vito Sanz, también actor protagonista y coguionista de la película, los referentes culturales que tanto significan en su vida, el CINE -sus personajes se dedican a ello, están haciendo una película sobre su propia situación y también vemos a Itsaso yendo a buscar a su amigo Carril al rodaje de una serie en la que estaba actuando realmente: la que está realizando Rodrigo Sorogoyen- y la ciudad que le vio nacer y desarrollarse. Lo he comentado en anteriores ocasiones -por ejemplo, con «La virgen de Agosto»- pero es bárbara la forma en que las películas de Jonás Trueba retratan Madrid. Es difícil sacar tanta luz y tanta belleza del costumbrismo cultureta capitalino. Consigue que te reconcilies con esta ciudad que en su día nos acogió a tantos para después devorarnos.
Itsaso Arana está espléndida en su papel protagonista. Es capaz de comunicar con gestos y miradas más allá de donde llega el guion. Vito Sanz, por su parte, ofrece su mejor interpretación hasta el momento, y aprovecha perfectamente la complicidad que tiene en su dupla con Itsaso. Ambos consiguen una naturalidad envidiable y logran que esta comedia agridulce respire humor, amor, ternura y verdad por los cuatro costados.
En ello contribuye la honestidad con la que Jonás ha dirigido la cinta y con la que los tres han creado su guion. Las primeras obras del director pecaban de cierta pretenciosidad artificiosa pero poco a poco ha ido despojándose de ella -y particularmente en «Volveréis», una película que es capaz de mantener su estilo y esencia habituales y a la par resultar más accesible para el público mainstream-, sin renunciar por ello a utilizar sus elitistas referencias, algo que agradezco porque forman parte de su realidad.
La película no trata sobre cualquier pareja de cuarenta años. Habla del tipo de pareja que conocen sus creadores -y sus propios personajes-, de su modo de vida, de su ambiente y lo hace en el tono que corresponde. En una época en que lo habitual es ver cine social perpetrado desde el desconocimiento de un punto de vista completamente ajeno y burgués, se agradece que Jonás Trueba retrate lo que conoce y haga un cine sincero y creíble.
En cuanto al apartado técnico, «Volveréis» también brilla con especial fuerza. Se percibe un mimo y cuidado para cerrar la película que la sitúa por delante de los anteriores títulos de Trueba. Sus planos están muy bien construidos y explican solo con imágenes la propia situación sentimental de ese momento concreto por parte de sus protagonistas. La fotografía es bellísima y el sonido y la música empleada –mención de honor para esa estupenda canción de Adiós Amores que abre la película y que debería tener el Goya asegurado en su vitrina– elevan el conjunto de la película y logran esa redondez de la que hablaba al principio del artículo.
En definitiva, ésta es una ocasión inmejorable para «volver» a las salas y confiar en lo que Jonás Trueba se ha traído entre manos. Estamos sin duda ante su mejor película, pero también ante una de las joyas más evidentes que nos dará nuestro cine este 2024.
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