
Cuando se dio a conocer la creación de una película juvenil de formato musical con canciones de los Hombres G ambientada en Valladolid, pocos pudieron augurar que ese film dirigido por David Serrano iba a alcanzar los dos millones de euros en taquilla, que sería uno de los sleeper de la temporada y que recibiría el beneplácito tanto del público como de la crítica especializada, pero eso fue lo que sucedió con «Voy a pasármelo bien», estrenada en 2022.
Tres años después llega su secuela, «Voy a pasármelo mejor», con las mismas manos detrás de su guion -David Serrano y Luz Cipriota- idénticos personajes y actores, pero cambio en la dirección, a cargo de la debutante Ana de Alva, y en las canciones, que esta vez incorporan a otros grupos populares de los años 80 y 90.

Podríamos dar innumerables ejemplos de películas comerciales que fueron un gran éxito y cuyas continuaciones no supieron estar a la altura, pero ese no es el caso de esta cinta, que ha sabido manejar con tiento sus ingredientes para que el regreso de los Pitus sea satisfactorio y el público pueda disfrutar con sus nuevas aventuras.
El éxito de «Voy a pasármelo mejor» está en mantener la esencia de todo aquello que funcionó a la perfección en su predecesora: un elenco adolescente cargado de carisma, química y talento -tanto Izán Fernández, como Rodrigo Gibaja y Rodrigo Diaz saben cómo robar el corazón del espectador-, un simpático guion con las referencias nostálgicas necesarias para hacer reír y emocionar, la capacidad para generar un viaje en el tiempo para el espectador a través de la cuidadísima ambientación de la película -tanto en el campamento donde se desarrolla la mayoría del metraje, como en los pasajes pucelanos- y su homenaje a esa infranqueable amistad juvenil con la que muchos pueden sentirse identificados.

A estas virtudes se añade un punto de madurez en su guion en tramas como la que lleva a cabo el actor Rodrigo Diaz, retratando a la perfección las complicaciones de ese primer enamoramiento adolescente cuando tu orientación sexual no es la que la sociedad da por hecho desde que naces. A título personal, hay secuencias al respecto que han sabido tocar mi fibra sensible y además revelan a Rodrigo como un talento actoral a tener en cuenta en el futuro.

Sin embargo, no todas las novedades son tan positivas. La inclusión de varias canciones originales no funciona tan bien y es el punto débil de unos números musicales que sí resultan vistosos visualmente, pese a su escasez y cierta sensación de «pegote» dentro de la obra. Los temas de otros artistas de la época son muy reconocibles y encajan mejor, pero no tienen la cohesión que pudo tener el uso del repertorio de Hombres G en la primera parte. En cambio, la incorporación del universo bakala de los 90 con uno de los personajes de la película da lugar a momentos descacharrantes bien hilados desde el guion y podría ser un buen punto de partida en caso de haber una futura entrega de la saga.
Respecto al hecho de que esta nueva entrega haya sido dirigida por otra persona, la debutante Ana de Alva, lo cierto es que la directora ha sabido mantener en esta secuela todo lo que convirtió a la primera parte en un pequeño triunfo y ha dirigido con pulso los números musicales, por lo que no se ha percibido un gran cambio respecto a su predecesor.

«Voy a pasármelo mejor» es una película entrañable y muy entretenida, fácil de ver y de recomendar porque gustará a toda clase de público, lo que debería asegurarle continuar -o incluso superar- los buenos datos que cosechó su antecesora. Estoy convencido de que la taquilla sabrá apreciar este abrazo cinematográfico como merece.
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