Dice el refranero español, en una de esas clásicas citas que bien podría ser acuñada por Mr Wonderful, que «lo que bien empieza, bien acaba» pero el cine se ha empeñado en ocasiones en llevarle la contraria, tal como sucede con El Amante Doble, una de esas películas completamente decidida a desmontar semejante patraña.
Es cierto que la primera imagen que nos ofrece, formada por un órgano sexual femenino dilatando y palpitando, no podría ser más banal y gratuitamente provocadora y que podría considerarse toda una declaración de intenciones, pero El Amante Doble remonta rápidamente el vuelo gracias al magnetismo que irradia su dúo protagonista, con especial mención y honores para su actriz, una Marine Vacth, que ha crecido como mujer y como intérprete desde aquel Joven y bonita en que François Ozon nos la descubrió y a quien ha vuelto a cargar con todo el peso en esta cinta, reencuentro de actriz y director, para demostrarnos que no es flor de un día y realmente tiene gancho y talento interpretativo.
Jérémie Renier, por su parte, consigue salir airoso de su particular re-reencuentro con Ozon y asume con solvencia y profesionalidad su doble papel de amante, transformando el clásico «poli bueno, poli malo» en un renovado «psicoterapeuta bueno, psicoterapeuta malo» y dando el do de pecho en ambas vertientes. Resulta sencillo creer que un personaje tan hipnótico y seductor como el de Marine termine totalmente subyugado ante el binomio de Jérémies porque al espectador le sucede lo mismo.
Pese a cierto tufillo a thriller psicólogico-erótico de sobremesa, muy lejos de cintas como Elle, por exponer lo que podría ser un reciente título de similar género y bastante más suculento, Ozon tiene suficiente oficio – y una trayectoria tan variada como sugerente y atrevida, con cintas tan dispares como En la casa, Frantz, Joven y bonita o Una nueva amiga, en su más reciente haber, siendo uno de los directores clave de la escena fílmica europea actual – como para lograr atraparnos y mantenernos expectantes durante la mayor parte del metraje pero, en determinado punto, el guión -adaptado de una novela de Joyce Carol Oates – alcanza un nivel de retorcimiento e inverosimilitud que hace presagiar un desastroso final y, sin llegar a tal extremo, es cierto que esa última parte del relato patina de un modo evidente.
Es en esa recta final del metraje en la que no pude evitar rememorar la sensación que padecí con The Neon Demon, cinta muy sugerente estéticamente y envolvente que termina derivando en un disparate. Pese a todo son innegables sus cualidades, el entretenimiento que ofrece y la inmensa interpretación de sus actores, razones por las que se puede considerar una aceptable opción en el momento de escoger qué ver dentro de nuestra cartelera, aún estando lejos del genio de Ozon en otras ocasiones.
Puntuación: 5 / 10