Benedetta / Titane – Ave María Purísima

¿Ha venido el cine francés al rescate de la cartelera española? Octubre nos ha traído, vía directa desde el festival de Cannes, dos de las películas más subversivas, incómodas, atrevidas y fascinantes, todo a la vez, de los últimos tiempos. Con ellas será imposible cualquier tipo de consenso: provocarán en el público, por igual, odios exacerbados y subidas a los altares. La controversia está asegurada. Golden Cinema analiza dos de las películas más importantes que veremos este año. Que Dios nos coja confesados.

BENEDETTA

Si el mero cartel de un concierto de Zahara fue capaz de causar tanto revuelo entre una parte de los feligreses católicos cabe imaginar las ampollas que puede levantar en nuestro país el estreno de una película como «Benedetta». Por el momento, ninguna. El milagro se debe a que se trata de una cinta francesa y, por tanto, no puede sacarse rédito político de ella. ¿Qué habría sucedido si esta adaptación de la novela «Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Studies in the History of Sexuality)», de Judith C. Brown, hubiera corrido a cargo de un director español en los tiempos actuales? Hagan sus apuestas.

Lo cierto es que puede entenderse que «Benedetta» esté condenada a sufrir el rechazo de los cristianos más firmes en sus convicciones religiosas. Lleva el sello de Paul Verhoeven, lo que conlleva que nada limite su capacidad de transgredir. En ningún momento pretende respetar los sentimientos religiosos y por eso se da la coincidencia de que una misma escena -por ejemplo, el momento en que una enorme virgen cae sobre una joven Benedetta y su reacción instantánea es succionar su pezón- pueda provocar el horror de parte del público y la carcajada descacharrante del resto.

No es que los segundos no entiendan o tengan consideración por los primeros, simplemente lo que ven no les afecta del mismo modo, no sienten el mismo arraigo religioso -incluso aunque también sean creyentes- y pueden comprender que la provocación a la que asisten es, simplemente, una característica del cine del director holandés. Si entras en una sala de cine a ver una obra del director de «Showgirls» o de «Elle» debes saber a lo que te expones.

«Benedetta» nos traslada a un convento de la ciudad de Pescia en el siglo XVII y relata la historia de una monja, lesbiana, que asegura tener visiones desde su juventud. Toda la película gira en torno a la duda razonable de la madre superiora -no hay palabras para describir la calidad como actriz de Charlotte Rampling, sublime una vez más- y su hija -una estupenda Louise Chevillotte-, pero también se le plantea a los propios espectadores. ¿Es Benedetta una caradura, una farsante? ¿O simplemente está loca? ¿Es cierto que hace milagros? ¿Es una elegida de Dios, precisamente por todo aquello que la hace diferente?

La actriz encargada de llevar el peso de una interpretación que consiga integrar al espectador en este mar de dudas es Virginie Efira y está fantástica en todas y cada una de las facetas que requiere un personaje tan polivalente y complejo: es divertidísima cuando ha de estarlo, desafiante en ocasiones, en otras tímida y recelosa, miedosa y desconcertada por sus propios acontecimientos vitales cuando se entrega al deseo o durante sus pesadillas religiosas. Se trata de una interpretación muy completa que, si hubiera justicia, debería colocarla en la parrilla de salida de los Óscar.

Aunque el dilema central de la cinta recaiga en la propia figura de Benedetta, la película no escatima momentos de crítica hacia la hipocresía religiosa, tanto en lo que respecta al sexo como a las estructuras de poder. En varias ocasiones también se reflejan intereses económicos en la congregación, tanto para admitir nuevas novicias, como para dar por veraces los milagros que generen ciertas dudas pero puedan aportar beneficios.

Es por esto que el provocador erotismo y la relación entre los personajes de Efira y de Daphne Patakia, pese a resultar lo más polémico para los espectadores más puritanos, o retrógrados, según el caso- está en un segundo plano aún siendo el canalizador del desenlace de la película. Su importancia radica en lo que los demás puedan opinar sobre ello, más que en su propio vínculo.

En cuanto a sus aspectos técnicos, la película cumple con su cometido. Destacan la fotografía de Jeanne Lapoirie y la música de Anne Dudley, que acompaña perfectamente el relato. No es lo más relevante de la cinta pero es menester recalcar que los elementos que acompañan la narración están a la altura de las circunstancias y no chirrían en ningún momento.

En definitiva, «Benedetta» es una obra que aúna los elementos más habituales del cine de Verhoeven y que probablemente te gustará o perturbará en función del interés que te despierte su estilo, que podrás reconocer por su anterior filmografía. No es una película fácil de recomendar porque puede ofender algunas sensibilidades pero otros la degustarán y disfrutarán a placer, como ha sido mi caso.

Valoración Golden Cinema:

Puntuación: 4.5 de 5.

TITANE

Siempre digo que mis películas preferidas son las que despiertan emociones, independientemente de que éstas sean positivas o negativas. «Titane» tiene la capacidad de removerlas todas. Es imposible sentirse impasible ante ella.

La última ganadora de la Palma de Oro en el festival de Cannes es una película inclasificable, indómita, salvaje y única en su especie. Produce tanto rechazo como fascinación y, desde luego, es muy diferente al tipo de cinta que normalmente gana este tipo de festivales. Puede decirse que a priori encajaría más en Sitges.

Aunque sigue la línea que su directora, Julia Ducournau, ya instauró en su ópera prima, «Crudo», una película con muchos adeptos pero también bastantes detractores -entre los que me incluyo-, «Titane» da varias volteretas hacia adelante, salta al vacío en diversas ocasiones y aunque no siempre cae de pie, nunca deja de resultar hipnótica.

A esto contribuye un aspecto visual, un diseño de sonido y una selección musical absolutamente espectaculares, que funcionan como una guía perfecta para que el espectador no desconecte de lo que está viendo incluso en sus momentos más perturbadores.

«Titane» comienza con un accidente y a partir de ese momento nos presenta a su «particular» protagonista en toda su crudeza, imposibilitando que el espectador pueda empatizar con ella, obsequiándonos con una sucesión de secuencias impactantes, violentas y bastante desagradables que generan repulsión y provocan que apartes la mirada de la pantalla. Si sobrevives en tu butaca a esa primera parte de la cinta en la que es normal tener cierto miedo de cómo va a continuar aquello, ya estarás inevitablemente atrapado. A partir de ahí resulta mucho más fácil dejarse llevar por la película y disfrutarla.

La cinta coge altura desde que su protagonista, esa magnética e impredecible Agathe Rouselle que es puro fuego, comienza a interactuar con el personaje de Vincent Lindon, padre de un chico desaparecido diez años atrás, vigoréxico empedernido y jefe de un cuerpo de bomberos. La interpretación de Lindon es espectacular, demencial y debería situarle también en la carrera de los Óscar.

Algunos pasajes de «Titane» pueden evocar a una de las mejores películas españolas de esta década, «La próxima piel» que narra la aparición de un chico desaparecido años atrás, las dudas que se generan sobre la posibilidad de que se trate de un impostor, y su relación con su madre. Sin embargo, esta película no se conforma con explotar esa temática, bastante sugestiva por sí misma, sino que la aprovecha para dibujar la personalidad del personaje de Vincent Lindon y de su entorno, obsequiándonos con un ensayo arrebatador sobre la masculinidad tóxica, con secuencias tan imborrables como el baile en el parque de bomberos.

Por el camino, «Titane» rompe los géneros y retuerce los cuerpos, vuela cualquier convención social por los aires y no tiene ningún miedo a resaltar su inverosimilitud. Al contrario, la pone al servicio de su imaginario visual. Es una cinta radicalmente libre y esto, junto a su originalidad, son las grandes bazas que la convierten de inmediato en una película de culto, en una obra que seguiremos recordando y comentando aunque pasen los años. Es por eso que la considero imprescindible y, sin embargo, también creo que es difícil de recomendar.

Valoración Golden Cinema:

Puntuación: 4.5 de 5.

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