

Vivir en un mundo tan ombliguista y capitalista puede hacernos creer que aquellos lugares eminentemente turísticos y cuya situación económica depende fundamentalmente de los ingresos generados por sus visitantes están poblados por personas deseosas de que acudamos en masa a gastar nuestro parné pero «Veneciafrenia» pone el acento en una cuestión cada vez más habitual: no todos están igual de encantados con la conversión de su tierra en una suerte de parque temático internacional y aún menos con la idea de ser arrasados diariamente por hordas de personas alcoholizadas, maleducadas, ruidosas e irrespetuosas que además se crean que todos los ciudadanos de dicho lugar están para servirles y aguantarles.

El grupo de españoles que protagoniza la cinta encarna todos los males de ese tipo de turismo. Son -o parecen ser- treintañeros pero su comportamiento, sus motivaciones y sus conversaciones parecen más propias de preadolescentes, bien porque se transforman al entrar en modo vacacional o bien porque simplemente les han dibujado así.
Lo cierto es que la difícil identificación con sus personajes tiene una ventaja: al empatizar menos con ellos y dado que desde el primer momento queda claro que vas a verles sufrir porque «Veneciafrenia» homenajea al cine slasher de forma evidente, disfrutarás más de su aniquilación y lo más probable es que termines pensando que sobreviven demasiados.

Interpretados con escasa fortuna en la mayor parte de los casos, destacaría positivamente a Goize Blanco, la más carismática del grupo, dado que Ingrid García Jonsson pese a ser la protagonista no cuenta con un personaje demasiado lucido. El reparto italiano de la cinta contribuye a que, por comparación, el elenco español palidezca más.
Como expuse previamente, la trama gira en torno a la turistofobia y bajo este interesante punto de partida -que tanto juego dio en «Hostel»- y con la sapiencia que De la Iglesia ha demostrado en varias ocasiones -la última, en la serie «30 monedas»- podíamos esperar una película estimable o al menos muy disfrutable pero lo cierto es que la trama hace aguas en varios aspectos y es inevitable que la película, pese a ser entretenida de principio a fin, pague con sangre esa narración tan irregular.

La cinta transcurre ante una sucesión de promesas que nunca culminan en nada. Se conoce la existencia de una sociedad secreta pero nunca llega a profundizarse en ella, parece que determinados personajes están implicados en cosas y saben más de lo que cuentan pero jamás se va más allá ni se muestra nada específico.
Está muy bien que una película evite ser demasiado explicativa y deje pensar a los espectadores pero en este caso concreto se sugieren tantas cosas que no se desarrollan que parece que lo que pueda imaginarse el espectador siempre va a ser más interesante que lo que realmente ha visto.
A esto hay que añadir la sensación de coitus interruptus que deja su final. Curiosamente, en «Veneciafrenia» sucede lo contrario de lo que rezan las críticas más recurrentes en los últimos años al cine del director. En ellas se suele insistir en que en su tercio final el descontrol marca de la casa se apodera de la función, pero en esta ocasión la sensación es que la película acaba de una forma algo taimada, contradiciendo incluso las intenciones que aparentemente tenían los propios personajes antes.
Además se trata de un cierre muy abrupto. Genera la sensación de que la trama daba para un planteamiento más largo pero en un momento del metraje se consideró que había que terminar la historia de alguna forma y se ha hecho del modo más precipitado posible.

El apartado técnico de la cinta brilla con más contundencia. A la apreciable fotografía de Pablo Rosso, sacando partido de las estrechas calles venecianas y de sus canales, hay que añadir la persistente banda sonora de Roque Baños que salpica toda la cinta y logra crear más tensión que la propia historia.
En resumidas cuentas, «Veneciafrenia» es una entretenida cinta que puede interesar especialmente a los fans acérrimos del slasher y que cuenta con una buena factura técnica, pero no me ha encatusado tanto como otras cintas del director.
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