
«La doncella del lago» fue una de las películas clave del pasado FICX, donde recibió el Premio del Jurado Joven. Ahora, coincidiendo con la nueva edición del festival internacional asturiano, llega a la cartelera dispuesta a encontrar un hueco entre los corazones de sus espectadores. Tiene los mimbres para lograrlo.
Ambientada en el año 1958, «La doncella del lago» nos transporta a un pueblo ribereño japonés que sufre de manera regular la llegada de tifones. La superstición local dice que se deben a un tipo de maldición tras la muerte de una joven que se ahogó en el río en el pasado. Un niño, cuya madre está enferma y su familia vive con preocupación la posible venida del futuro tifón por lo que puede suponer para ella, visita una atracción infantil basada en teatro de papel en la que un narrador le cuenta la leyenda de la chica y el río, lo que despierta su interés y supone un cruce entre el pasado y el presente tras la aparición de un misterioso cuenco que decide llevar a casa.

Aunque el filme se centra en el momento presente del niño y su familia -a finales de los años 50- aprovecha la narración que escucha el pequeño para sumergirnos dentro de la historia de esa mujer que protagoniza la leyenda que atemoriza a la población por los tifones. Gran parte de la película se adentra en esa historia del pasado en la que una joven aldeana casi obligada a casarse con un hombre que no le interesa, conoce los misterios de la montaña, a la que tienen prohibido ir, y se enamora de un chico nómada que vive en ellas y tiene un talento especial para la artesanía. El amor entre una persona de la aldea y otra de las montañas es inviable para el resto de la comunidad de ambos, por lo que asistimos a un romance condenado por personas externas, al más puro estilo Romeo y Julieta.
Puede parecer que este argumento no es del todo original, pero lo cierto es que la cinta consigue mantener en todo momento cierto encanto, algún tipo de magia cautivadora para el espectador que queda atrapado en la belleza de las imágenes y el buen uso del sonido de la cinta, aprovechando las posibilidades que ofrecen los recursos de la Naturaleza.

La película goza de buenas interpretaciones por parte de su reducido elenco, pero, además de la fascinación que ejerce a través de su imaginería visual y sonora, su forma de incluir la leyenda del pasado e introducirla en el presente hasta converger en cierta fusión está muy bien narrada, logrando que el espectador conecte con la historia y con sus personajes.
En contra, además de esa falta de originalidad en su trama que ya comenté con anterioridad, podría decirse que algunas secuencias se alargan innecesariamente yéndose hacia un ensimismamiento que no beneficia al ritmo de la obra. Un poco más de concreción en la sala de montaje habría sido el punto definitivo para alzar hacia otras cotas a una cinta que ya es más que estimable y que posee los elementos necesarios para conquistar al público.
Valoración Golden Cinema:
