El regreso de María Ripoll a la comedia catorce años después de su última incursión en el género se consuma en esta cinta, apoyada en un lujoso reparto de estrellas del cine español y con el patrocinio de Atresmedia Cine que sigue en la búsqueda de su propio Ocho Apellidos Vascos tras haber “perdido el norte” en su anterior intento.

La comedia romántica española parece vivir un auge con la llegada de numerosas producciones que pretenden revivir laureles pasados y acercarse directamente al espectador, logrando una buena taquilla. Si bien es cierto que el público genérico tiende a acercarse con mayor facilidad a las salas de cine ante películas de este calibre también es cierto que los cinéfilos de pro serán más exigentes y que incluso los propios concurrentes ocasionales se han habituado a productos que si bien pueden resultar sencillos en extremo también son eficaces. Ahora o nunca difícilmente cumplirá sus expectativas.

El principal error de Ahora o Nunca radica en que realmente tiene poca gracia. El humor tarda demasiado en arrancar y cuando lo hace resulta complicado olvidar el sopor y el desinterés arrastrado hasta entonces, culpa de un guión lastrado por un subrayado excesivo, por el abuso de tópicos en el dibujo de cada personaje, que podrían ser definidos utilizando como máximo un par de adjetivos – Clara Lago es la amiga sexualmente liberal, Alicia Rubio es la hermana que desconfía del amor por su propia experiencia pasada, Gracia Olayo es la suegra adinerada que observa con recelo a su futura nuera y su entorno y así podríamos seguir hasta el infinito enumerando toda la colección de obviedades que puedan pasar por la mente de cualquier espectador avezado – y sobre todo por esa imperiosa necesidad de “americanizar” la película. Así, Anna Gras interpreta el mismo papel que Melissa McCarthy en cualquiera de sus comedias, quien a su vez también fue el reverso femenino del Zach Galifaniakis de Resacón en Las Vegas. Puede decirse que Ahora o Nunca quiere ser Ocho Apellidos Vascos y La Boda de mi mejor amiga a la vez pero ni consigue lo uno ni muchísimo menos lo otro.

Cabría esperar que al menos la elección un elenco tan potente podría hacer levantar el vuelo de esta producción fílmica pero tristemente incluso aquellos más inspirados – como Yolanda Ramos – tienen personajes que recuerdan tanto a algunas de sus interpretaciones anteriores más icónicas que cualquiera podría creer que el guión se construyó pensando en los actores que debían formar parte de la cinta en lugar de ser estos seleccionados en base al personaje.

Pese a la falta de frescura que esto conlleva, el reparto cumple aunque ciertamente sea un tanto engañoso hacer creer que María Valverde está ante su primer papel cómico cuando no posee ninguna escena donde deba desarrollar esa faceta. Sorprende, por inesperada, en cambio la naturalidad de Melodía Ruiz que, si bien se interpreta a sí misma, está a tono con sus compañeros logrando que no se perciba su falta de experiencia en el celuloide.

Por otra parte, la rebuscada estética hipster, incluyendo la banda sonora, tampoco logra encajar tan bien como en otras películas recientes del género, como Requisitos para ser una persona normal de Leticia Dolera que sí consigue crear un clímax de cine cupcake sin perder credibilidad por el camino. Lo que allí supone un marco de referencia aquí sencillamente se nota impostado.

Tras diseccionar punto por punto la película parece un despropósito monumental pero debo decir que finalmente cumple con la premisa fundamental de su creación: resulta un entretenimiento digerible para una sofocante tarde de verano y es una buena oportunidad para ver juntos en pantalla grande a un abultado grupo de reconocidos actores humorísticos patrios. Una oportunidad un tanto desaprovechada porque lo que resulta desternillante en los dos minutos del trailer termina por convertirse en descafeinado con, a lo sumo, ciertos momentos simpáticos cuando nos enfrentamos a sus noventa minutos de metraje, pero no cabe duda que también sabrá granjearse su público.

Puntuación: 4 / 10