¿Qué tienen en común Orson Welles, Akira Kurosawa y Roman Polanski? Que los tres han hecho una adaptación cinematográfica de Macbeth, una de las obras cumbre de la literatura, firmada por Shakespeare. Justin Kurzel se encarga ahora de la enésima revisión del clásico, con el durísimo deber de estar a la altura de sus magnánimos predecesores.
En esta obra, nos situamos en plena Edad Media en Inglaterra. Macbeth es un noble general escocés que tras una batalla es visitado por tres brujas que profetizan su futuro reinado. A partir de ahí entra en una obsesión por hacer cumplir dicha profecía, alentado por ambiciosa esposa, llegando a asesinar al rey Duncan, que se alojaba esa noche en su casa, y continuando con una oleada de crímenes, una vez coronado como rey de Escocia, para poder mantener su trono, que consiguen que la ambición de su amada se torne en remordimiento y arrepentimiento.
Para esta ocasión, los papeles protagonistas han corrido a cargo de Michael Fassbender y Marion Cotillard, dos estrellas internacionales que han demostrado en numerosas ocasiones su brillo y capacidad interpretativa. Pocos podrían ejecutar mejor a ese general recio que pierde su nobleza cuando se obsesiona con la profecía y se convierte en criminal, y a esa esposa, primero ambiciosa y después arrepentida.
Esta versión 2015 de Macbeth cuenta con una fotografía excelente, dos intérpretes de altura y una dirección muy cuidada, aunque el relato resulta un tanto denso y pomposo. Se ha pretendido respetar tanto el texto original que en ocasiones resulta difícil entrar en la historia. Da la sensación de estar ante un material bellísimo y lustroso que, sin embargo, resulta ajeno al espectador. Ante todo cabe preguntarse si realmente era necesaria una nueva adaptación, habida cuenta de la altísima calidad de sus predecesoras… y pese a que la versión de Kurzel cumpla las expectativas, no parece que aporte algo realmente interesante respecto a las adaptaciones ya conocidas.
Puntuación: 5 / 10